Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS



Comentario

CAPÍTULO XXXVII


De aves proprias de Indias



Ora sean de diversa especie, ora de la misma de otras de acá, hay aves en Indias, notables. De la China traen unos pájaros, que penitus, no tienen pies grandes ni pequeños, y cuasi todo su cuerpo es pluma; nunca bajan a tierra; ásense de unos hilillos que tienen, a ramos, y así descansan; comen mosquitos y cosillas del aire. En el Pirú hay los que llaman tominejos, tan pequeñitos, que muchas veces dudé viéndolos volar, si eran abejas o mariposillas, mas son realmente pájaros. Al contrario los que llaman condores, son de inmensa grandeza y de tanta fuerza, que no sólo abren un carnero, y se lo comen sino a un ternero. Las auras que llaman, y otros las dicen gallinazas, tengo para mí que son de género de cuervos; son de extraña ligereza y no menos aguda vista; para limpiar las ciudades y calles, son proprias, porque no dejan cosa muerta; hacen noche en el campo en árboles o peñas; por la mañana, vienen a las ciudades, y desde los más altos edificios atalayan para hacer presa. Los pollos de estas son de pluma blanquisca, como refieren de los cuervos y mudan el pelo en negro. Las guacamayas son pájaros mayores que papagayos y tienen algo de ellos; son preciadas por la diversa color de sus plumas, que las tienen muy galanas. En la Nueva España hay copia de pájaros de excelentes plumas, que de su fineza no se hallan en Europa, como se puede ver por las imágenes de pluma que de allá se traen, las cuales con mucha razón son estimadas y causan admiración que de plumas de pájaros se pueda labrar obra tan delicada y tan igual que no parece sino de colores pintadas, y lo que no puede hacer en pincel y las colores de tinte, tienen unos visos miradas un poco a soslayo tan lindos, y tan alegres y vivos, que deleitan admirablemente. Algunos indios, buenos maestros, retratan con perfección de pluma lo que ven de pincel, que ninguna ventaja les hacen los pintores de España. Al Príncipe de España, D. Felipe, dio su maestro tres estampas pequeñitas, como para registros de diurno, hechas de pluma, y su Alteza las mostró al Rey D. Felipe nuestro señor, su padre, y mirándolas su Majestad, dijo que no había visto en figuras tan pequeñas cosa de mayor primor. Otro cuadro mayor en que estaba retratado San Francisco, recibiéndole alegremente la Santidad de Sixto Quinto y diciéndole que aquello hacían los indios, de pluma, quiso probarlo trayendo los dedos un poco por el cuadro para ver si era pluma aquella, pareciéndole cosa maravillosa estar tan bien asentada, que la vista no pudiese juzgar si eran colores naturales de plumas, o si eran artificiales de pincel. Los visos que hace lo verde y un naranjado como dorado, y otras colores finas, son de extraña hermosura; y mirada la imagen a otra luz, parecen colores muertas, que es variedad de notar. Hácense las mejores imágenes de pluma en la provincia de Michoacán, en el pueblo de Pázcaro. El modo es con unas pinzas tomar las plumas, arrancándolas de los mismos pájaros muertos, y con un engrudillo delicado que tienen, irlas pegando con gran presteza y policía. Toman estas plumas tan chiquitas y delicadas de aquellos pajarillos que llaman en el Pirú tominejos, o de otros semejantes, que tienen perfectísimas colores en su pluma. Fuera de imaginería, usaron los indios otras muchas obras de pluma muy preciosas, especialmente para ornato de los reyes y señores, y de los templos e ídolos. Porque hay otros pájaros y aves grandes de excelentes plumas y muy finas, de que hacían bizarros plumajes y penachos, especialmente cuando iban a la guerra, y con oro y plata concertaban estas obras de plumería rica, que era cosa de mucho precio. Hoy día hay las mismas aves y pájaros, pero no tanta curiosidad y gala como solían usar. A estos pájaros tan galanos y de tan rica pluma, hay en Indias otros del todo contrarios, que demás de ser en sí feos, no sirven de otro oficio sino de echar estiércol, y con todo eso no son quizá de menor provecho. He considerado esto admirándome la providencia del Creador, que de tantas maneras ordena que sirvan a los hombres las otras creaturas. En algunas islas o farellones que están junto a las costa del Pirú, se ven de lejos unos cerros todos blancos; dirá quien les viere que son de nieve, o que toda es tierra blanca, y son montones de estiércol de pájaros marinos que van allí continuo a estercolar. Y es esta cosa tanta, que sube varas y aún lanzas en alto, que parece cosa fabulosa. A estas islas van barcas a sólo cargar de este estiércol, porque otro fruto pequeño, ni grande en ellas no se da; y es tan eficaz y tan cómodo, que la tierra, estercolada con él, da el grano y la fruta con grandes ventajas. Llaman guano el dicho estiércol, de do se tomó el nombre del valle que dicen de Lunaguana, en los valles del Pirú, donde se aprovechan de aquel estiércol, y es el más fértil que hay por allá. Los membrillos y granadas, y otras frutas, en grandeza y bondad exceden mucho, y dicen ser la causa que el agua con que riegan estos árboles, pasa por tierra estercolada y da aquella belleza de fruta. De manera que de los pájaros no sólo la carne para comer y el canto para deleite, y la pluma para ornato y gala, sino el mismo estiércol es también para el beneficio de la tierra, y todo ordenado del Sumo Hacedor para servicio del hombre, con que el hombre se acordase de ser grato y leal a quien con todo le hace bien.